11 dic 2008

Suicidio asistido

El tema de la eutanasia, suicidio asistido, o derecho a morrir siempre ha causado incomodidad para unos, satisfacción para otros, el último Casio público fue de Craig Ewert, los dejo con su historia y con la de Daniel James


Craig Ewert y su derecho a morir

A sus 59 años padecía una enfermedad neuronal, decidió que moriría en la clínica suiza porque no quería pasar el resto de sus días como un muerto viviente.

Ewert se despide de su esposa con un beso antes de beber un líquido con una pajita rosa y después, pide un jugo de manzana y música. Luego, sus ojos se cierran y antes de exhalar dice "gracias".

"Creo que una imagen vale mucho más que un discurso y queda claro que Craig Ewert se acogió al suicidio asistido cuando su única perspectiva ante la tortura permanente", declaró Pániker a Servimedia (presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente)
Por ello, agregó, "me parece muy positivo que se divulguen estas imágenes, porque queda claro que este hombre escoge una muerte rápida y dulce antes que una muerte lenta y degradante".

Opino que dejar morir lentamente a un hombre es una tortura y la tortura va en contra los derechos humanos, y concluyó que exhibir el suicidio asistido defiende estos derechos.

El documental ha recibido duras críticas por parte de grupos anti-eutanasia, y su emisión se realizará luego de que la cadena británica haya insistido en que supone una gran contribución a un debate sobre un tema presente en la vida diaria.
Para las organizaciones en contra de la eutanasia, la filmación de la muerte de un individuo ha ido bastante lejos, y según el director de una de esas instituciones, el doctor Peter Saunders, "existe una fascinación macabra sobre el turismo de muerte".

Pueden ver video en: http://www.abc.es/20081210/nacional-sociedad/polemica-reino-unido-emision-200812101602.html


Daniel James y su suicidio asistido

Cuando Daniel James dejó su casa para viajar a Suiza, ya sabía que iba a morir. De hecho, quería morir.

Daniel, un británico de 23 años, falleció el 12 de septiembre en una clínica Suiza, en lo que se cree fue un suicidio asistido.

Estudiante universitario y jugador amateur de rugby, parecía destinado a tener una carrera como jugador profesional. Hasta marzo 2007, cuando sufrió un accidente durante un juego, que le ocasionó daños en la columna y lo dejó paralizado desde el pecho hacia abajo.

Su madre declaró que Daniel ya se había intentado suicidar varias veces y que la muerte de su hijo fue un alivio bienvenido para una persona inconforme con la "prisión" en la que sentía que su cuerpo se había convertido. Julie y Mark James comentaron que su hijo “un joven inteligente y de mente equilibrada” nunca había aceptado su condición y “no estaba preparado para vivir lo que él creía era una existencia de segunda clase”. Daniel estaba convencido que tenía pleno derecho a morir.

El suicidio asistido es ilegal en Gran Bretaña, por lo que sus padres están siendo investigados por ayudarle a viajar a Suiza donde es legal, bajo determinadas circunstancias. Más de 100 británicos han viajado a ese país para poder hacer uso de leyes que permiten el suicidio asistido. Se cree que Daniel tiene el dudoso honor de haber sido el más joven, hasta la fecha.

Suiza, Bélgica, Luxemburgo y Holanda son hasta ahora los únicos países europeos donde las autoridades no procesan aquellas personas que asistan a un suicida.

Es fácil caer en la tentación de evaluar la calidad de vida de otra persona desde afuera. Y determinar si deben vivir o no, de acuerdo con nuestros propios valores y creencias.

La vida de cualquier ser humano es valiosa e importante, sea quien sea, haga lo que haga, tenga la edad que tenga. Pero creo sinceramente que no tenemos la autoridad moral para determinar como y cuando la vida de otra persona se convierte en intolerable.

Todos tenemos el derecho moral de poder decir “¡ya basta!” y deberíamos tener el derecho legal también. Y nuestros seres queridos no pueden ser culpados por acompañarnos en los preparativos para ese ultimo viaje ni por ayudarnos a iniciarlo si ese es nuestro y su deseo.

Las sociedades y gobiernos tienen la obligación -no el derecho, la obligación- de permitirnos partir con dignidad, de cualquier forma que nos parezca. Porque nuestro cuerpo y nuestra mente no le pertenecen a nadie más que a nosotros mismos.

2 comentarios:

EDITA GRIJALVA dijo...

Hola Sol;
He pasado a visitar tu blog.
Me entusiasma la manera que tienes de ver las diferentes situaciones del ser humano.
Felicitaciones.

Varth Deider dijo...

De acuerdo contigo Sol... Para llegar a este mundo nadie nos preguntó... Por lo menos deberían darnos la opción de decidir cuando irnos.

Yo soy de las personas que les aterra la idea de convertirse en una carga para sus familias, el día en que ya no se pueda valer por si mismo.

Mientras uno esté consciente y deje en claro su voluntad de morir "si es que...", esa voluntad debe ser respetada.

Diferente es el caso cuando una persona no pudo o no quiere dejar este mundo a pesar de padecer una grave enfermedad... Bajo esa circunstancia, creo que es obligación moral de sus familiares brindarles la ayuda y la atención médica necesaria hasta cuando la inevitable muerte llegue.